jueves, 5 de junio de 2014

Cartagena, mi vida en el paraiso















CARTAGENA MI VIDA EN EL PARAÍSO

Por: Melvin Lans



En Cartagena siempre habrá una callecita que no conocías, siempre encontrarás algún vendedor de jugo de zapote con leche, una negra vendiendo boca chico con yuca o patacones mameyuos, y nunca, nunca estará ausente la brisa salobre del mar, la nostalgia de la india Catalina, o alguna champeta sonando en una esquina de cualquier barrio popular, ahí están detenidos en el tiempo mis sueños de juventud, caminando a pie desde mi casa al centro, comiéndome cada callejuela colonial o subiéndome sobre la muralla en un cañón que siempre apunta hacia la bahía esperando algún barco pirata fantasma, era “bacano” llegar al museo y hablar con Migue o con Lázaro, que siempre me dejaban entrar gratis, o devolverme al barrio y encontrarme con mis amigos de “los colores del barrio”, grupo en el que crecí como artista. Alberto siempre planeando participar en alguna convocatoria, o Rodrigo con sus chozas llenas de inopia representando las barriadas pobres del cerro de la popa o la miseria del pozón. Cartagena es una ciudad mágica de casas coloniales y balcones inundados de Buganvilias, hasta los buses “pringa caras” te inspiran al arte, Boca grande y el laguito podrán ser las playas más turísticas, pero tienes que bañarte en las de Marbella o pasar por Basurto y comerte un sancocho de pescao, o beberte un guarapo de limón con panela y hielo para refrescarte del calor. Casi estoy seguro que Helmut, Jorge y José todavía tienen su marquetería en el paseo de Bolívar, extraño esos pelaos y todas sus ideas para hacernos famosos…Aún recuerdo cuando Eduardo Hernández, curador del museo de arte moderno de Cartagena y gran amigo me llamó para que exhibiera mi obra en el museo, yo era apenas un niño y llegué a mi casa llorando de felicidad, “¡que vaina más bacana!” dije. Desde ahí mi amigo el gran escritor y columnista del universal, Gustavo Tatis Guerra empezó a consentirme con sus artículos sobre mi obra, fue una época de mucha popularidad para mí, y para mis hermanas que eran mis musas; inundamos las páginas de revistas y periódicos, teníamos la sonrisa de todos esos antipáticos aristócratas que ahí abundan. En fin, tienes que pasar por Cartagena y turistear por ahí, no te lo puedes perder, es una ciudad vencida por los años, pero recuperada por la modernidad; ahí encontrarás el castillo de San Felipe, emblemático cerro de piedra que hipnotiza al visitante, las murallas que fortifican la ciudad y le dio el título de corralito de piedra, la iglesia san Pedro Clavel donde yacen los restos, pues, del mismo Pedro clavel el ángel que consoló las llagas de los esclavos que trajeron los españoles. pasa por el museo de arte moderno, y me saludas a Migue dale un abrazo a mi compadre, y por ahí te toparas con una torre que sostiene un reloj, que de tanta ansiedad ya no corre, ve al palacio de la inquisición, no te vas a arrepentir, y lo demás son lujosas tiendas de ropa de diseñadores, centros comerciales, viajes en yate a isla arena, camina por el laguito y come chipi chipi en boca grande, pero eso sí, sin dejarte tumbar porque esos vendedores cobran de mas, ¡ah! se me olvidaba, hay palenqueras enormes vendiendo dulces y frutas en la calle o en el portal de los dulces, cerca de la plaza de la aduana. Y léete una partecita de un libro en una de las banquitas del museo, si llega alguna de esas monas creídas y no te habla, ni le pares bola, ellas están trepadas en su nube, montadas en su nave..